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Retrato de un líder: John MacMillan, padre

Como segundo presidente de Cargill, John MacMillan, padre, emplea su sensata lógica empresarial para conducir a la empresa durante períodos de crecimiento e incertidumbre económica.

January 01, 2015

Expuesto al sector bancario desde temprana edad, John MacMillan, padre, comenzó a desarrollar su talento natural para los negocios de forma precoz, asemejándose a su emprendedor padre, Duncan D. McMillan. Más adelante, John, padre, cambiaría la ortografía del apellido de su familia, al agregar una “a” para crear el alias “MacMillan” que llevaría durante todo el tiempo de Cargill.

En 1891, John, padre, y sus hermanos parten hacia Texas para desarrollar su propio emprendimiento, una empresa de cereales conocida como D.D. McMillan & Sons, que trasladaría bienes de consumo hacia ciudades en crecimiento en todo el sudoeste de Estados Unidos. Sin embargo, luego de unos años, una recesión económica interrumpió su éxito, e hizo que John, padre, regresara al hogar de los McMillan en La Crosse, Wisconsin. El fracaso inicial lo hizo más reservado en relación con riesgos financieros, un rasgo que más adelante lo ayudó a prosperar en varias funciones de liderazgo de Cargill.

El regreso de John, padre, a Wisconsin simbolizó el inicio de su participación en el negocio familiar de Cargill. En 1895, se casó con la hija del fundador de la empresa W. W. Cargill, Edna, su vecina de la infancia. El matrimonio unió oficialmente a las dos familias y, en 1898, John, padre, comenzó a trabajar para W. W. en madera, y luego en la empresa de elevadores de Cargill, donde continuó perfeccionando sus capacidades como hombre de negocios y líder.

Cuando W. W. falleció, en 1909, dejó un negocio excesivamente potenciado que había crecido demasiado rápido. John, padre, intervino utilizando su conocimiento financiero para dirigir a la empresa nuevamente hacia la prosperidad. En el transcurso de diez años, había consolidado operaciones y saldado deudas, reinventando a Cargill como una empresa con solvencia financiera que lideraba el camino del comercio de granos en todo Estados Unidos.

Pero rescatar a Cargill de la deuda solo sería una parte del legado de John, padre, también sería recordado por su inquebrantable respeto e integridad. Como presidente, mantuvo una política de puertas abiertas que alentaba a los empleados a que le presentaran sus problemas. Un ejemplo de esto fue cuando oyó sobre los mensajes sarcásticos y bromas que circulaban por el lugar de trabajo, y envió un memorando personal en el que exigía respeto mutuo entre todos los trabajadores.

Más tarde, cuando Cargill adquirió al competidor de granos Taylor & Bournique, John, padre, se enteró de actividades de corrupción que tenían lugar en las oficinas lejanas en la costa este de Estados Unidos. Conocido por su política de tolerancia cero, se mantuvo firme, definiendo la manera en que Cargill lleva a cabo sus negocios: “Nuestra palabra es nuestro compromiso. {0>We want to be absolutely fair always and while I do not mean by that that we expect to be imposed upon, yet, it always pays to be absolutely just under all circumstances.”<}0{>Queremos ser totalmente justos siempre; no quiero decir con esto que esperamos que se nos impongan, sino que siempre vale la pena ser absolutamente justos bajo cualquier circunstancia”.

“Nuestra palabra es nuestro compromiso”.
— John MacMillan, padre, presidente de Cargill

Cuando se jubiló, en 1936, el hijo mayor de John, padre, John MacMillan, hijo, lo sustituyó como presidente de Cargill, guiando a la empresa en una nueva era de innovación y expansión. No obstante, John, padre, dejó una tradición de ética disciplinada y prácticas comerciales sólidas que aportaron estabilidad financiera a Cargill; cualidades que no solo ayudaron a la empresa a sobrevivir, sino también a posicionarse para el éxito futuro.